dijous, 17 de gener del 2013

LA SEXUALITAT EN PERSONES AMB DIVERSITAT FUNCIONAL

"La sexualidad -la experiencia y la actividad-  es una cualidad y calidad humana. Es inherente a la vida; es característica del hombre, varón o mujer, que precisamente se distinguen por un organismo sexuado. Pero es además un elemento de calidad en la vida, en las vivencias humanas, en el desarrollo de la persona.
En la medida en que implica actividad, el sexo tiene insoslayables connotaciones éticas, que sin embargo deberían contemplarse no bajo el prisma de lo imperativo, de prescripciones y prohibiciones, sino bajo el de unas metas y tareas de desarrollo personal. 
Posee también una vertiente educativa, que de todos modos no debe sobrestimarse en una fantasía de omnipresencia pedagógica que imagina que tan sólo se aprende aquello que se enseña. El sexo, ante todo, se vive; sólo en segundo lugar se aprende; y, aun dentro de aquello en que se aprende, sólo en parte se enseña, se educa. El sexo, desde luego, forma parte de las cosas de la vida que no tanto se enseñan, cuanto se aprenden, lo que no quita que convenga que sea objeto de instrucción y de educación.

La principal directriz en este enfoque es que resulta preferible - y ha de ser fomentado educativamente- aquello que promueva el desarrollo de la persona, en este caso, de la afectada por serias limitaciones en su capacidad. En cuanto al sexo, esta persona no difiere mucho de otras. Algunas de las singularidades que pueda manifestar acaso se deban más a las condiciones de su educación y modo actual de vida que no a la dificultad que tiene.La actividad sexual, en todo caso, puede contribuir a su maduración persona.


La diversidad funcional no trae forzosamente consigo algún género de deficiencia sexual. Inteligencia y sexualidad no van relacionadas. La sexualidad de la persona con retraso no es muy diferente de la común entre las mujeres y los hombres. Seguramente una grave limitación intelectual, sobre todo en la medida en que afecte y dañe las posibilidades de comunicación con los demás, afectará asimismo a los modos de actividad sexual. Pero a semejanza de los demás humanos también el individuo con algún tipo de afectación cognitiva está interesado en el sexo, aunque expuesto asimismo, y en mayor grado, a encontrarse con grandes dificultades para satisfacer ese interés.

El deseo, no infrecuente en padres y profesionales, cuando no voluntad por mantener en la infancia al adolescente con algun déficit cognitivo, no le pasa inadvertido a éste, que lo percibe muy bien y se sentirá tentado, en consecuencia, a conservar rasgos infantiles. El adolescente a quien se dirige el mensaje de seguir siendo un niño queda aprisionado en un dilema: o manifiesta su sexualidad con peligro de ser rechazado; o la inhibe para ganar así la aceptación de quienes le rodean. Dada la extrema dependencia de estas personas respecto a los demás y su limitada capacidad para afrontar problemas, resulta altamente probable que opte por la aceptación social con renuncia al sexo. Es probable que el joven así tratado opte por colocarse las angelicales alas que todos le atribuyen y ocultar sus atributos sexuales humanos. Una observación superficial podría entonces señalar su desinterés por lo sexual, ignorando con eso el proceso profundo que le ha llevado a tal desinterés sólo aparente. Sin embargo, a poco que se rastree por debajo de esa superficie asexuada, se encontrará allí un joven tan interesado en el sexo como cualquier otro.


En materia de sexo el moralismo suele nacer como una reacción frente a la angustia que aquél suscita. Seguramente es la angustia de los adultos, de padres y educadores, ante su propia sexualidad la que se despierta de manera alarmista ante la vida sexual de las personas con déficit intelectual. La represión que la sociedad ha ejercido en el pasado sobre el sexo, y que hoy ha debido ceder mucho y relajarse, puede ejercerse todavía con intensidad sobre esas personas, sin dejarles apenas posibilidad de escapatoria, puesto que están bajo mayor control y bajo más intensa dependencia de educadores y padres. Existe incluso-el peligro de que una moral abandonada ya en la práctica por la mayoría de la sociedad se continúe aplicando a los jóvenes con retraso, con la paradoja, encima, de reclamar de ellos una condiciones de madurez en la realización del sexo, que muchos de los individuos reputados normales, ellos mismos, están muy lejos de cumplir.

Frente al puritanismo, frente a la reducción moralizante y pedagógica, se da asimismo la actitud extrema opuesta. Desde la perplejidad sobre lo bueno y lo malo, o lo mejor y lo peor, y en medio del generalizado desconcierto sobre los valores por promover en los más jóvenes, se hace dejación de la responsabilidad educativa, se cierran los ojos y se practica una estrategia de vista gorda ante los comportamientos sexuales. Este vaivén hacia la completa ausencia de criterios no es para alegrarse. Es verdad que no son muchos los criterios o principios sólidos en orden a guiar una correcta educación en este asunto. Pero hay al menos dos principios importa enunciar de entrada. El primero dice que en esta materia, como en otras, no debe hacerse caso aparte con el retraso mental: es preciso normalizar y no tender a excepcionalizar. El segundo es que ha de reputarse normal y deseable una práctica educativa de cultivo, de fomento de la sexualidad, y no, en absoluto, una pedagogía de represión. Fomentar la sexualidad de las personas con retraso trae sin duda problemas. Pero no menos los acarrea, y más graves e insolubles, reprimirla: trae o puede traer trastornos suplementarios- de conducta, de comunicación...

Es probable que el moralismo de padres y educadores llegue a culpabilizarle,a hacerle ver su conducta como inaceptable y punible. La contradicción entonces surgida entre sus deseos e interés y las barreras sociales con que tropieza le resultará muy difícil de manejar. Puesto que además el adolescente, e incluso el adulto con retraso, se halla bajo escrutinio y vigilancia de otros adultos con intensidad inusual, puesto que a menudo carece de intimidad, de espacio y vida privada, sustraída a las miradas de otros, corre riesgo de escapar hacia formas singulares, todavía más reprobadas, de conducta sexual. A menudo esas singularidades sexuales son interpretadas como síntoma de su deficiencia. En realidad, sin embargo, no derivan de ésta, sino del conjunto de circunstancias sociales, de prohibiciones y prescripciones en que se ha visto atrapado. En articular, las conductas con frecuencia observadas en instituciones segregadas, sean o no de internado, pueden catalogarse como típicas no tanto del retraso, cuanto de la colocación en condiciones artificiales de vida y convivencia
."

  
EXTRAIDO DE " EL SEXO DE LOS ÁNGELES". ALFREDO FIERRO Catedrático de Psicología, Universidad de Málaga.

Esta entrada inicia una nueva sección en nuestro blog dedicada a la SEXUALITAT EN LES PERSONES AMB DIVERSITAT FUNCIONAL.

EXTRET DE " EL SEXO DE LOS ÁNGELES". ALFREDO FIERRO Catedrático de Psicología, Universidad de Málaga.
  Aquesta entrada enceta una nova secció al nostre bloc sobre SEXUALITAT en PERSONES AMB DIVERSITAT FUNCIONAL.

 

4 comentaris:

  1. Us recomane "Las sesiones" que està ara al cinema. Molt adecuada arran d'aquest tema.
    Petons.

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  2. moltes gràcies per la recomanació, no ens la perdrem!!!!. besades!.

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  3. molt encertada i necessària aquesta nova secció!

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  4. esperem els vostres suggeriments i aportacions, no dubteu en fer-ho!, sempre és molt enriquidor compartir totes aquelles experiències i allò que es considere!.

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